Hace algún tiempo hice una fotografía con boli en un papel, hoy la enseño a todo el mundo, pues siento algo parecido a lo que esa fotografía evoca:
_Viendo fotos de un pasado no se si mejor, pero que mi profundo romanticismo transforma en idílico, siento tristeza por no poder revivir aquellos tiempos que plasmados en el papel, o cualquiera que sea el soporte, aparecen inpregnados de una deliciosa alegría.
Por un lado es cierto. Todas esas imágenes forman parte de sentimientos ya vividos, momento irrepetibles en cuanto a pasados, y cuyas circunstancias es imposible que vuelvan a coincidir.
Hay algo más. Está la calidez de la fotografía. Mientras ahora mis dedos están fríos, envueltos por el aire de mediados de otoño, todas esas imágenes guardan el calor de las risas, de las miradas, guardan, en fin, el calor del bienestar de aquel momento, pues, claro está, sólo nos hacemos fotos en momentos felices, o como mínimo, que queremos recordar.
Pero ahora que he dejado de ver aquellas fotos y puedo separar lo que es la imagen de la realidad que en ella se esconde, no recuerdo aquella época como la mejor de mi vida, ni mucho menos, es más, podría decir que es mejor la que estoy viviendo ahora y no faltaría a la verdad. De hecho, este mismo fin de semana posiblemente reporte una buena cantidad de fotografías que me harán recordarlo igual que ahora recuerdo los tiempos pasados.
Da igual. El futuro no es más que un ansia de llegar a ser o estar que hay que labrar en el presente. Es la idea de una fotografía sin hacer, a la que le falta el encuadre, calcular la exposición, el tiempo de obturación y la magia del momento en el que aprietas el botón. Si no cuidas estos detalles es imposible obtener una buena fotografía. Y aunque muchas veces queda en manos de la suerte que te pueda proporcionar un buen o mal recuerdo, siempre es mejor ir buscando lo que piensas obtener._
10/10/04 – 02:00 (aprox.)