Siento como me ha hecho
el soplo del pasar del día
un día más viejo.
Y pena tengo,
pues no escucho ya a la Luna
repetirme aquel consejo
de que no tuviese prisa,
que algún día inundará mis labios
de nuevo la sonrisa,
traida por los tuyos,
como una deliciosa brisa,
que calmará este desierto
que es mi vida sin tu vida.