Tumbado en la cama, después de haberte hecho el amor, dirigí mi mirada al mar que son tus ojos. Entonces sentí como si estuviese tumbado en una playa, la arena fina acariciaba suavemente mi espalda, mientras el oleaje provocado por tu mirada llegaba hasta mi y hacía estremecer mi cuerpo. El aire eran tus cabellos, una delicada brisa que pasaba sobre mi cara mientras el mar salpicaba mi rostro con la humedad de tus labios. Oía en tu respiración el sonido de aquella playa… y como al viento se le escapó en un susurro un te quiero.
De verdad, no se lo que es verdad o es sueño, pero no me importa, soy feliz y con eso me vale.
Para Marru. Ahora la pelota está en su tejado, el boli en su mano o la pantalla ante sus ojos; pero me debe una historia…