¿Quieres poesía? ya no puedo dártela. No, tengo demasiado miedo del amor como para dejarte entrar como musa en el jardín de mis sueños…
Antes no era así, mi cuerpo desnudo de donde brotaban aquellas palabras, aquellas frases, aquellas rimas y, por tanto, aquellos poemas, no lucía tantas cicatrices como ahora. El amor es poderoso, si lo posees te llenará de dicha, pero ¡ay si no logras tenerlo! las heridas infringidas por él no se borrarán nunca, y por más que intentes dejarlas de lado nunca dejarán de arañar los cristales del olvido.
Por eso cubro mi cuerpo. No te confundas, me da igual que se me vean las cicatrices, no me avergüenzo de ellas, son recuerdos de grandes batallas que ganase o perdiese no dejarán de ser grandes. Pero aprendí a levantarme tras los golpes y a defenderme más tras cada batalla, a pasar inadvertido cuando alguna se presentaba. Cubrí mi cuerpo y dejé de lado aquella vida que llebaba, luchando sólo en batallas que tenía de antemano ganadas.
Ahora me avergüenzo de ello, tengo ganas de quitarme la capa y gritar poesía, de dejar de nuevo mi cuerpo al desnudo y de meterme en grandes batallas aún a riesgo de nuevas y dolorosas heridas…
Aún así, no será esta noche, pues Morfeo me llama con tal fuerza que no puedo negarle lo que me pide… la puerta del jardín de mis sueños se queda entreabierta…