Todo empieza como una noche cualquiera, una de esas noches en las que no piensas en nada y te sorprendes pensando en todo, en un todo imperfecto, que te sale mal, que nunca deseaste y que no has elegido, pero que sin embargo te ha tocado vivir.
Quizá no tengamos ninguna elección sobre las decisiones que tomamos ¿por qué me encuentro yo aquí escribiendo esto? ¿tendrá algún sentido? ¿me servirá para algo? Y es que a veces nos vemos inclinados a hacer cosas sin pensarlas, sólo por apetencias momentáneas, sólo porque el destino nos coloca en el momento y el lugar idóneo para que las hagamos. No las buscamos, no las deseamos, simplemente nos dejamos llevar y las llevamos a cabo.
Es sólo dentro de este caos de donde surge mi orden. Un día me veo arrastrado hasta aquí, dejo deslizar mis dedos por cada letra haciendo fluir las sensaciones que me ha proporcionado el día, sensaciones que la mayoría de las veces han sido arrastras hasta mi ser, para que entonces crezca este espacio llenándose de palabras y frases en busca de una belleza formal que me ayude a escupirlas. Y aunque ahora me acueste y duerma no podré quitarme su regusto de los labios que, quizá, acompañe a mis sueños esta noche, y seguro me acompañará en el mañana, hasta que sea arrollado por los sorbos de nuevas sensaciones que seguro me dará.